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Globalización y Desigualdad. Por una versión “sofisticada” de la interpretación neoclásica

El tipo de crecimiento intensivo en recursos naturales que caracterizó a Chile y otros países periféricos durante la Primera Globalización, ha sido asociado a un incremento de la desigualdad (O’Rourke & Williamson 1999; Williamson 1998, 2011). Según el enfoque Heckscher-Ohlin-Samuelson que adoptan estos trabajos, la mayor demanda de bienes intensivos en recursos naturales que enfrentaron estas economías al integrarse al mercado internacional, condujo a un incremento de la retribución al factor que poseían en abundancia. En el caso de América Latina, ese factor era la tierra, por lo que la globalización incrementó los ingresos de la clase terrateniente y por tanto de la desigualdad. Sin embargo, y aunque no caben dudas de los sustantivos aportes realizados por esta línea de investigación, también es cierto que la misma ha simplificado en exceso la perspectiva que se adopta de la Globalización, la que es vista básicamente como una ecualización de precios. Por eso, hace ya algunos años Harley (2007) argumentó a favor de una reorientación de los estudios sobre la Primera Globalización, trayendo nuevamente al centro de la escena el concepto de «expansión de la frontera». En su opinión, ello permitiría tratar aspectos cruciales del proceso que quedan fuera de la mirada neoclásica, como el papel del progreso tecnológico, los cambios institucionales, o la centralidad de las relaciones de poder en la apropiación de los recursos naturales. Pero incluso algunos aspectos de la relación entre globalización, frontera y desigualdad que encuadran perfectamente dentro del enfoque neoclásico, no han sido tratados por esta literatura. Me refiero a la dinámica evolución de la dotación de factores y su dimensión regional. Efectivamente, la expansión de la frontera ocurre sobre zonas relativamente deshabitadas, por lo que su explotación en el marco del capitalismo atlántico requiere la movilización de mano de obra hacia dichas regiones. Una vez se tienen en cuenta los aspectos dinámicos de la expansión de la frontera sobre la dotación de factores, sus efectos sobre los ingresos y la desigualdad pueden diferir de lo esperado.

A fines de la década de 1870 Chile  se embarcó en una guerra con Perú y Bolivia a raíz de un conflicto con ese país sobre el cobro de impuestos a empresas chilenas que operaban en la región salitrera de Antofagasta, en ese entonces perteneciente al país andino. Al mismo tiempo, se desató una rebelión indígena en la Araucanía, una zona nominalmente chilena, pero ajena al control efectivo del Estado. Éste venció en ambos conflictos, y como resultado salió fortalecido y con una ganancia territorial del entorno de un tercio de la superficie anterior a 1880. Este proceso de expansión de la frontera supuso la incorporación de una gran cantidad de recursos naturales anteriormente subutilizados –en el norte- o ajenos al modo de producción capitalista –en el sur. Como consecuencia, entre 1880 y 1913 Chile pasó por un período de crecimiento económico conocido como el boom o ciclo salitrero.

Pero nuestro interés se centra en la dinámica de la expansión fronteriza y sus consecuencias distributivas. La Tabla 1 presenta una estimación aproximada del cambio en la dotación relativa de los factores en Chile debida a la expansión de la frontera. Se observa que la incorporación efectiva, durante la primera mitad de la década de 1880, de los territorios que luego conformarían las provincias de Antofagasta, Tacna, Tarapacá, Malleco y Cautín, amplió la disponibilidad de recursos naturales por habitante. Desde un punto meramente cuantitativo, la relación tierra/ hombres –medida por la superficie por habitante- se incrementó en casi de un tercio luego de 1880. Pero los nuevos territorios eran especialmente ricos en recursos naturales, por lo que ese 29% debe tomarse como cota mínima. Cualquier estimación que tenga en cuenta la calidad de los recursos que se incorporaron entonces daría lugar a una magnitud superior. Es decir que los recursos naturales se hicieron más abundantes en relación al trabajo.

Tabla 1

¿Y cuáles fueron sus consecuencias para los ingresos y la desigualdad?

El proceso de crecimiento económico originado en la expansión de la frontera supuso un aumento en la demanda de trabajo, posibilitando con ello un aumento de los salarios reales (Matus 2012). A su vez, parte de este incremento en la demanda se originó en la actividad minera, donde se pagaban salarios relativamente altos. Más aún, la expansión de la frontera supuso que se abrieran nuevas oportunidades para la población de gañanes trashumantes del Valle Central. Estos se dirigieron al norte en busca de salarios altos, al sur esperanzados por la expectativa de tierras, y a las ciudades, que el crecimiento minero alimentaba. La emigración de los trabajadores de la zona central, que alcanzó su punto máximo en algún momento cercano a 1895, alteró la relación tierra/trabajo en esa región, haciendo al último más escaso, lo que incidió en su retribución. Como muestra el Gráfico 1, entre 1880 y 1903 el ingreso anual de los trabajadores rurales no sólo se incrementó, sino que pasó de representar el 37% al 64% del de los  trabajadores no calificados de la ciudad.

Gráfico 1

Al crecer a una tasa superior a la del ingreso medio, el aumento de los salarios de trabajadores no calificados constituyó uno de los mecanismos que condujeron a una mejora en la distribución del ingreso. La magnitud de este impacto es algo que se intenta aproximar mediante dos ejercicios contrafactuales, cuyos resultados se presentan en el Gráfico 2. Allí se compara la tendencia del índice de Gini estimado con dos simulaciones, realizadas a partir de distintos supuestos contrafactuales sobre la evolución del salario no calificado. Por una parte, se supuso que los salarios reales de este tipo de trabajadores se mantuvieron estables, es decir que sus salarios nominales crecieron siguiendo la evolución del IPC. Según el ejercicio, en ese caso la desigualdad se habría mantenido prácticamente constante durante todo el período 1880-1903. En el segundo ejercicio se supuso que el salario de los trabajadores no calificados creció siguiendo la evolución del ingreso medio, lo que supone un incremento en términos reales inferior al originalmente estimado. En este caso, el resultado es una mejora en la distribución, pero inferior a la registrada en la estimación original.

Gráfico 2

Lo que diferencia la experiencia chilena de otros casos, es que quienes ocuparon y explotaron la frontera no provenían –salvo excepciones- del exterior, sino de la región central de Chile. En países como Australia, Nueva Zelanda, Argentina o Uruguay, la incorporación de recursos naturales a la producción se dio en paralelo a un proceso inmigratorio que modificó radicalmente la estructura y características demográficas de las sociedades receptoras. Se produjo así una carrera en que tanto los recursos naturales como el trabajo incrementaban su oferta. La razón por la cual la expansión de la frontera no condujo en estos casos a la reducción de la desigualdad que se observa en Chile, es que la carrera fue ganada por la oferta de trabajo, la que creció a un ritmo superior a la expansión territorial. Como consecuencia, aunque a la expansión de la frontera implicó un importante crecimiento de la dotación absoluta de recursos naturales, desde un punto de vista relativo lo que se produjo fue una reducción de la disponibilidad de tierra por habitante (Tabla 3). Se trata de una diferencia crucial respecto a la expansión fronteriza en Chile (Tabla 1).

Tabla 2 En el caso de las colonias australianas de South Australia y Victoria es posible seguir algo más de cerca la dinámica regional de los cambios en la dotación de factores y su retribución (Tabla 4). Victoria es un territorio relativamente poblado ya hacia 1870, y a medida que la llegada de población hace más escaza la tierra en relación al trabajo, la relación entre el salario y la renta de la tierra muestra la clásica caída que suele asociarse a un incremento de la desigualdad. La colonia de South Australia, por su parte, es una región fronteriza, en que se incrementa tanto la cantidad de tierra explotada como los habitantes. Se produce allí el tipo de carrera entre la incorporación de tierra y trabajo a la que venimos aludiendo, y tanto la dotación relativa de factores como la relación entre el salario y la renta asume una dinámica cambiante a lo largo del tiempo.

Tabla 3

La mayor parte de los trabajos de inspiración neoclásica que han señalado que aquellas regiones que durante la Primera Globalización estuvieron especializadas en exportar bienes intensivos en recursos naturales debieron mostrar un deterioro de la distribución del ingreso, han soslayado los aspectos dinámicos y regionales que la caracterizaron. Una vez se tiene en cuenta la expansión de la frontera, el resultado distributivo puede ser distinto del que se derivaría de la aplicación lisa y llana del enfoque de Heckscher-Ohlin-Samuelson. Pero si se adopta una versión más sofisticada –inspirada en Rybczynski (1955)-, que incorpore la dinámica de la dotación de factores, el enfoque neoclásico sigue siendo útil para comprender lo ocurrido con la desigualdad durante el período. Así, si la expansión de la frontera propició una reducción de la desigualdad en Chile, pero no en Argentina o Nueva Zelanda, ello fue porque en estos últimos casos la misma se produjo junto a un proceso masivo de inmigración gracias al cual la tierra se hizo más escasa en términos relativos. Chile, en cambio, apenas recibió inmigrantes, su frontera fue ocupada por nacionales, y por ello el cambio en la dotación relativa de factores tuvo el signo contrario. En Australia, finalmente, la situación es más compleja, en la medida que la dinámica de la dotación de factores y su retribución va asumiendo características cambiantes dependiendo de la región y el período en que se trate.

Pero incluso esta versión “sofisticada” del enfoque neoclásico no resulta del todo suficiente. Se requiere entender por qué Chile no recibió inmigrantes en una magnitud similar a Argentina o Uruguay. Es aquí que los factores institucionales deben entrar en escena. Una parte de la explicación, también coherente con el enfoque neoclásico, es que a pesar de su crecimiento de fines del siglo XIX, los salarios siguieron siendo más bajos en Chile que en Argentina o Uruguay (Matus 2013: 438). Ello se debió probablemente –al menos en parte-, a que el trabajo nunca fue tan escaso en Chile como lo era en esos países en momentos que comenzaban a recibir inmigrantes. Pero existieron también factores institucionales que si no impidieron la inmigración, seguro no la favorecieron.

La apropiación de las tierras fronterizas ha supuesto en todos los casos la violación masiva de los derechos de los habitantes originarios, -un ejemplo de que, al contrario de lo que sostiene la literatura neoinstitucionlista de pretensión universal,  la violación de los derechos de propiedad puede favorecer al crecimiento económico- y las instituciones y relaciones de poder vigentes durante la expansión han sido clave para determinar quién se queda con los territorios incorporados. En lo que refiere a Chile, la expansión de la frontera redujo la desigualdad, entre otras cosas, por la indefinición sobre los derechos de propiedad en la región que existió durante algunos años. Dicha indefinición se debió en parte a una pugna entre quienes deseaban repartir propiedades de extensión media entre colonos inmigrantes y quienes postulaban que las tierras del sur –una vez quitadas a sus habitantes originarios y ocupantes-, debían ser rematadas al mejor postor. Mientras tanto, el sur fue ocupado por miles de “colonos espontáneos” que, al abandonar el Valle Central, reducían la oferta de trabajo en la región de colonización tradicional –y sede territorial del poder de la elite- elevando así los salarios de quienes no emigraban.

Lo irónico es que el resultado final fue la expansión del latifundio sobre el sur, el obstáculo a la inmigración y, luego de 1900, un rápido deterioro de la desigualdad. Pero eso es otra historia (o más bien otro post).

P.D. 1: Este post se basa en el capítulo 6 de mi tesis doctoral y en Rodríguez Weber 2013

P.D. 2: Disculpas por pegar imágenes extraídas de un pdf para los gráficos y tablas, pero era la solución más rápida a mano

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Acemoglu & Robinson vs Piketty: el nuevo debate

Ya sabemos que a AR son excelentes en lo que hacen: marketing. Su estrategia principal desde hace un tiempo es generar debates, a partir de sus libros o a partir de los de otro. En este caso le tocó a Piketty, como no podía ser de otra manera, siendo que se está robando todo el protagonismo.
Les dejo por acá el paper que escribieron discutiendo El capital en el SXXI y por acá la respuesta de Piketty que parece que aceptó el guante y se puso a discutir.
También está este interesante poscast con el mismísimo Acemoglu hablando del tema.

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